lunes, 29 de marzo de 2010

La QH

Uno de mis compañeros de andanzas, Paco, había oído hablar de la Ahora famosa "Quebrantahuesos". Otros ciclistas de la zona la habían realizado ya. Así que nos pusimos en contacto con ellos para que nos informaran, porque en 1996 internet no era lo hoy es, y teníamos que buscarnos la vida con revistas y por teléfono. Al habla con Pepe Muñoz (Galibier) y con Fernando Elías ("El Metge") nos cuentan sus peripecias en Sabiñánigo y nos animan a ir. Nos advierten de la dureza del pirineo y de que tenemos que dedicar horas a hacer fondo.
Decidimos apuntarnos junto con otros ciclistas de la zona y organizar el viaje a Huesca. Encontramos alojamiento en un camping de Sabiñánigo para Morant y para mi junto con mi mujer y el resto se alojan en Jaca. Cenamos todos juntos en Jaca y a dormir que hay que madrugar. A mi me entran las dudas de última hora y me pongo a cambiar el desarrollo para poner un 28 y quitar el 14 para que entrara.
Desayunamos Morant y yo en la cafetería del hotel, donde coincidimos con los profesionales ,que al día siguiente disputarían el campeonato de España. En la mesa en la que nos sentamos se sentaron también Olano y Ginés, saludamos a Peyo, Prucencio y otros. Y nos hicimos algunas fotos con ellos.
El día pintaba gris, pero no llovía aún. En la salida había ya muchos ciclistas, pero nos íbamos colocando según llegábamos. Entonces se salía del centro del pueblo. Del resto de compañeros no sabemos nada, tampoco se habían generalizado los móviles.
Salimos todos juntos, más de 1500 ciclistas, a saco camino de Jaca y Canfranc, comienza a llover.
Desde Jaca me emparejo con Peyo Ruiz Cabestany que era el homenajeado en esa edición y poco después de Canfranc, Peyo se para en el arcén y me dice, "yo me quedo aquí a esperar el coche, no tengo ganas de pillar una pulmonía".
No deja de llover, me paro en la cima de Somport a ponerme el chubasca y veo a mi mujer que está allí, pero no necesito nada, llevo de todo.
Tras una bajada peligrosísima, se forma una grupeta de unos 50/60 ciclistas que volamos hacía Spot. Deja de llover y me quito el chubasquero en marcha, se me engancha una manga en la rueda de atrás y me tengo que parar para no matarme, así que pierdo el grupo y me quedo solo.
Entro en Spot y comienza el Marie Blanque, suave, entre el bosque, ¡qué bonitooo!. una curva y una rampa, suaviza de nuevo, voy completamente solo. Otra curva y otra rampa, pero ésta ya no suaviza, veo una recta que se eleva entre la niebla y distingo los primeros cadáveres en bicicleta serpenteando por la estrecha carretera. Comienza de nuevo a llover, subo los kilómetros interminables pasando algunos ciclistas, otros, se paran en la cuneta a tomar aliento, "si me paro no arranco" pienso, mientras veo como un tío se cae delante de mi, no le ha dado tiempo ni a sacar los pies de los pedales. "¿Estás bien?", asiente y sigo penando, no veo más que 50 metros de carretera la niebla es cada vez más densa. Distingo un menda con una cámara de fotos apostado a la derecha del camino, intuyo que estoy en la cima y así es. Me detengo para ponerme el chubasquero, continuo hasta el avituallamiento, cojo algo de líquido y unos higos secos que me meto en el bolsillo, trago un plátano sin masticar y me lanzo carretera abajo. El firme está totalmente roto, lo que está reparado patina como el cristal así que veo múltiples caídas, una ambulancia en un camino recojiendo a alguien, pinchazos, reventones, averías. Por fin se acaba el descenso y tras salir de Bielle enfilo la carretera de Laruns dentro de un grupo que va agrandándose poco a poco. Pasamos por el desvío y leo "Coll du Aubisque", otro mítico, tengo que venir a subirlo algún día.
Me quito de nuevo el Chubasquero en los primeros kilómetros del Portalet, no me sienta bien comenzar a subir de nuevo, estoy helado, mojado. Como algún higo más y el resto los reparto a mis vecinos. Esto es largo así que paciencia, me quedo solo de nuevo, no puedo seguir ninguna rueda, tengo que ir a mi ritmo. Poco a poco el cuerpo me va funcionando y llego al pantano, no paro, me dan dos botellines de agua en la mano y veo allí más de 100 ciclistas parados comiendo. No llueve pero la humedad de la niebla me enfría, la altura se deja notar. Asciendo con otros que llevan un ritmo aceptable. Como una liberación, uno mete el 28 y lo metemos todos, nadie quiere quedarse ahora solo. De nuevo la niebla se espesa cuando pasamos por los túneles, parece invierno, llevo los pies como témpanos, me duelen al pedalear por el frió.
Ya en el puerto me paro pasando las viejas casetas de la frontera, me quito las zapatillas y escurro los calcetines, me pongo otra vez el impermeable, lo de las manos no tiene remedio, tengo que aguantar como sea.
Solo un par de kilómetros de descenso y aparece el sol, no sé nada de mis compañeros, estarán por detrás... En un baden pierdo el ciclo-computador que cae por un barranco y lo doy por perdido sin pararme.
Unos kilómetros más abajo me sacan de la carretera principal y rodeamos un pantano "esto no lo sabía yo", ni los que venían conmigo tampoco. Yo daba por terminado mi sufrimiento cuesta arriba cuando después de una curva, entre el bosque, se alza una rampa impresionante, algunos se paran, les ha pillado con todo el desarrollo metido. Dejo caer la cadena al plato pequeño y subo dientes hasta que ya no hay más, "¿pero que coño es esto?", "la Hoz de Jaca" me dice uno con acento maño. Joder con la famosa Hoz, a mí nadie me había informado de esto, subo como puedo totalmente acalambrado, mentalmente muerto, se acaba pronto y comienza una bajada peliaguda, pero seca esta vez. Cruzamos el pantano por la presa y me acoplo en un grupo que cada vez es más numeroso, hasta Sabiñanigo. El remate fue la pequeña cuesta para subir a la plaza donde acababa entonces la marcha. Miro la hora y calculo que estoy en el límite del ansiado oro, como algo que me trae mi esposa, espero la entrega de diplomas mientras van llegando algunos de mis compañeros.
Morant no llega, esperamos, pero no llega, preguntamos, no llega, empezamos a preocuparnos y no llega.
Después de mucho insistir nos informan de que ha sido trasladado al hospital de Pau en Francia junto con otro ciclista, ha sufrido una caída en la bajada del Marie Blanque. Nos dicen que van a poner un taxi para traerlo por que está bien y nos tranquilizamos.
Recojo mi diploma y veo el oro, me ha costado, pero aquí está, ¡estoy licenciado en ciclismo!. Todavía me han sobrado 15 minutos.
Cuando por fin llega nuestro amigo nos cuenta que le han metido en la ambulancia y que junto a él iba una chica australiana muy grave, que acabó por fallecer antes de llegar al hospital. Sufrió una caída junto con su marido, también en el fatídico Marie Blanque, recibió un fuerte golpe en la cabeza que la dejó inconsciente.
Ha sido un día agridulce, pero mañana queremos ver el campeonato de España antes de salir para Alicante, así que nos vamos a comer algo y a dormir.
Nos despertamos con la nueva tragedia, Mariano Rojas ha fallecido en un accidente cuando se dirigía a disputar este campeonato desde Cieza, la desolación en le pelotón es patente, el equipo Once no toma la salida en señal de luto por su compañero.
Manuel Fernandez Ginés se impuso al sprint a sus seis compañeros de fuga consiguiendo su mejor victoria como profesional. Le secundaron en el podio dos ilustres como Olano, que lucía el maillot de campeón del mundo, y el local Fernando Escartín. El sprint se vió envuelto en una extraña circunstancia ya que Olano, campeón dos años atrás, después de rebasar a Escartín regaló la victoria a su compañero en el equipo Mapei.

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